El regreso a la Isla es la mejor parte. Desde mi experiencia, puedo decir que me sentía libre, feliz, llena de emoción y sobre todo afortunada. Es cierto lo que menciona el autor que para amar a esta isla primero hay que dejarla, porque desde afuera se puede sentir que no hay ningún lugar como el lugar en donde nací. Este sentimiento de pertenencia a este lugar es parte de lo que es ser puertorriqueño. Muchos de nosotros o de nuestros padres o abuelos han sido inmigrantes, mayormente hacia Estados Unidos. Y en su mayoría, o regresaron cuando las condiciones mejoraron o desearon regresas y no pudieron hacerlo. No hay nada como irse y volver a la isla. El sentimiento es inexplicable, cuando llegas te sientes en casa, en el mismo lugar que abandonaste pero que te ha recibido una vez más con los brazos abiertos. 
Sientes algo de recibimiento por las personas que están aquí, te sientes una vez más parte del todo, aunque tengas que volver a irte, sientes que eres parte de aquí. Es cierto que una vez que estamos fuera deseamos volver, aunque sea un momento o de visita. Es cierto que soñamos con nuestras playas que tanto criticamos y que añoramos por el calor aunque nos quejemos del sudor. Es cierto que la naturaleza del ser humano es estar inconforme, porque desea mejorar, y que independientemente de las razones por las que te fuiste lo que importa es que cuando regreses sientas que la isla te recibe con los brazos abiertos una vez más.
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